Esta historia me la conto mi padre :
El Enrique y la Mari ya habían nacido y por aquel entonces aún viviamos en la Casilla, (una pequeña casita en medio de los campos lejos de cualquier pueblo).
Era el mes de febrero y el frio abrazaba a bestias y personas. Al caer lo tarde, cuando el sol se va y la tierra se encoge, yo iba pa la casa después de haber echado de comer a las ovejas y a las cabras. ...Cuando vi venir dos hombres que con voces y señas me llamaban. Los esperé y cuando llegaron, trás los saludos habituales, me dijeron : por favor nos podría alojar por esta noche en su casa , hace frio y tenemos hambre y sed.
Me pedían lo que una buena persona no puede negar a otra, comida, agua y cobijo. Yo les iba a decir que si,y había pensado , incluso, que se quedaran en el corral con unas mantas, en la Casilla no podía ser no habia sitio.
Pués verás, esto les iba a decir cuando llamó mi atención las botas que llevaban y les dije, no, que no tenía nada para darles. Que camino abajo a dos horas y poco más había un pueblo. Ellos insistieron pero yo seguí con mi negativa. Total , ellos para el pueblo, y yo para la casa con todo el dolor de mi corazón por no haber socorrido a aquellos hombres, pero algo me dio mal pairo, no sabía bién que.
La sorpresa vino el fin de semana siguiente cuando llegó tu tio Ramón, todavía era novio de la tía Enriqueta, y me dijo: Suerte tuviste Tono el otro día, cuando te encontraste a dos que te pidieron auxilio.
¡Pués y eso ! dije yo ( mi tio Ramón era secretario del ayuntamiento de un pueblo vecino y se relacionaba, claro, con " el poder")
Tu tio muy serio me dijo,: esos dos eran dos guardias civiles que van buscando a quienes ayudan a los maquis.
Me puse a temblar al pensar que nos podía haber pasado si hubiera hecho caso a mi corazón. Y recorde aquellas botas , demasiado nuevas y demasiado limpias para andar perdidos en el monte sus dueños.Lo vi claro.
Hasta aquí su historia.Eran tiempos de la larga postguerra, de la dictadura más salvaje y asesina. Han pasados casi sesenta años del suceso y treinta y siete de la muerte del dictador, pués bien , el gobierno saca una ley que castiga con un minimo de dos años de carcel a quién de COBIJO, COMIDA Y AGUA A PERSONAS QUE LO NECESITEN SI NO TIENEN LOS PAPELES EN REGLA.
Se atreven a penalizar la solidaridad, y el buen hacer,igual que lo hacian antes ¿ que quieren ? que dejemos morir a nuestros semejantes. Dan asco, mucho asco , estos "por llamarles algo " cerdos, hipocritas, desalmados.
El Enrique y la Mari ya habían nacido y por aquel entonces aún viviamos en la Casilla, (una pequeña casita en medio de los campos lejos de cualquier pueblo).
Era el mes de febrero y el frio abrazaba a bestias y personas. Al caer lo tarde, cuando el sol se va y la tierra se encoge, yo iba pa la casa después de haber echado de comer a las ovejas y a las cabras. ...Cuando vi venir dos hombres que con voces y señas me llamaban. Los esperé y cuando llegaron, trás los saludos habituales, me dijeron : por favor nos podría alojar por esta noche en su casa , hace frio y tenemos hambre y sed.
Me pedían lo que una buena persona no puede negar a otra, comida, agua y cobijo. Yo les iba a decir que si,y había pensado , incluso, que se quedaran en el corral con unas mantas, en la Casilla no podía ser no habia sitio.
Pués verás, esto les iba a decir cuando llamó mi atención las botas que llevaban y les dije, no, que no tenía nada para darles. Que camino abajo a dos horas y poco más había un pueblo. Ellos insistieron pero yo seguí con mi negativa. Total , ellos para el pueblo, y yo para la casa con todo el dolor de mi corazón por no haber socorrido a aquellos hombres, pero algo me dio mal pairo, no sabía bién que.
La sorpresa vino el fin de semana siguiente cuando llegó tu tio Ramón, todavía era novio de la tía Enriqueta, y me dijo: Suerte tuviste Tono el otro día, cuando te encontraste a dos que te pidieron auxilio.
¡Pués y eso ! dije yo ( mi tio Ramón era secretario del ayuntamiento de un pueblo vecino y se relacionaba, claro, con " el poder")
Tu tio muy serio me dijo,: esos dos eran dos guardias civiles que van buscando a quienes ayudan a los maquis.
Me puse a temblar al pensar que nos podía haber pasado si hubiera hecho caso a mi corazón. Y recorde aquellas botas , demasiado nuevas y demasiado limpias para andar perdidos en el monte sus dueños.Lo vi claro.
Hasta aquí su historia.Eran tiempos de la larga postguerra, de la dictadura más salvaje y asesina. Han pasados casi sesenta años del suceso y treinta y siete de la muerte del dictador, pués bien , el gobierno saca una ley que castiga con un minimo de dos años de carcel a quién de COBIJO, COMIDA Y AGUA A PERSONAS QUE LO NECESITEN SI NO TIENEN LOS PAPELES EN REGLA.
Se atreven a penalizar la solidaridad, y el buen hacer,igual que lo hacian antes ¿ que quieren ? que dejemos morir a nuestros semejantes. Dan asco, mucho asco , estos "por llamarles algo " cerdos, hipocritas, desalmados.