El Camino en el Viento I
El Iniciado termino de preparar el escenario. Encendió la última vela. Miro a su alrededor y pensó:
- - ¿Todo esto para qué? Yo sé quién soy.
Apago las velas y salió del salón oscuro y cerrado. Sus pasos errantes le llevaron hasta el parque donde se sentó delante de una flor.
Pasó el tiempo con barbas muy larga. Con ojos muy profundos. Se le puso delante. Dio vueltas a su alrededor haciéndole muecas. Le decía una y otra vez:
- - “Mírame, mírame, soy el tiempo y estoy pasando”.
El Iniciado ni lo veía, ni lo oía, ni lo sentía. Estaba absorto mirando la flor.
Tiempo insistió y consiguió que le prestara atención. El lo miro, y en silencio, como se le habla al tiempo, le dijo:
- “Yo sé que tú eres muy importante en la vida de las personas que están identificadas con sus cuerpos. Pero yo soy un iniciado. Sé quién soy y el saber me libera de ti.
Sin una palabra más, volvió a mirar la flor. En ella veía a las personas que amaba y a las que le habían dado amor. Veía lo hermoso de la vida. A veces le salían lágrimas. A veces sonreía.
En silencio como se oye hablar a las flores, escuchó:
- - Soy la flor que un día, dio Buda a un seguidor suyo mientras decía a la multitud congregada para oírle. “Todo lo que se puede contar ya lo he dicho a todos. Lo que no se puede decir lo depósito en esta flor y se la doy a él”. Después de mil años aparecí en la China, después de otros tantos estoy aquí. Estoy aquí para ti y para todos los que me quieran ver y oír de corazón.
Empezó a contarle lo que no se puede decir y El Iniciado escuchaba en el más profundo silencio. La maravillosa flor termino de hablar. Él empezó a dibujar una sonrisa que acabo siendo una carcajada. La luminosidad salía de su risa. Con que placer se reía.
Termino de reír y siguió escuchando:
- - “Entre las flores te llamamos Tonian. Que quiere decir ‹‹ Él que quiere saber ››”.
Tonian. Me gusta. Así, a partir de hoy, me haré llamar. La Flor calló. De nuevo empezó a ver a los seres que amaba y a los que le amaban. Veía y sentía lo más hermoso de la vida.
Con ternura trasplantó la flor a su pecho y girando sobre sí mismo se despidió del parque.
En el salón, el escenario seguía tal y como lo había dejado. Preparado para comenzar un ritual de magia negra. Velas, símbolos, figuras geométricas pintadas en el suelo. Abrió las ventanas. El aire renovó al aire. La luz se adueño del espacio. Guardo cada vela. Borró cada figura dibujada. Recogió los símbolos. Mientras esto hacía a todos les decía:
§ “Mi intención era utilizaros para satisfacer mis deseos de venganza. Quería usaros para dañar. Os pido que me disculpéis. No volverá a pasar”.
Así, las velas, los símbolos y los trazos pasaron de ser partes de una armadura a ser sencillos y bonitos objetos de decoración.
La luz se transformó en rayos de colores. Unos rebotaban de un lado al otro. Otros atravesaban las paredes, el suelo y el techo. Todos los colores estaban allí. Los que vemos y los que no podemos ver. Era una fiesta, tan grande, que ningún color se la quiso perder.
Hay personas que creen que debe devolverse una agresión con otra agresión. El Iniciado sabe que sólo debe devolverse amor. Sabe que hay conocimiento que solo por saberlo implican obrar en consecuencia de lo que se sabe. Sabe que cuando no se hace así, las consecuencias para el que conoce no son iguales que para el que ignora. Son peores.
El Iniciado sabe que así es, y así se cumple.
Toni Carrión
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