miércoles, 5 de enero de 2011

La Puerta

La Puerta



Esta historia si fuera fantasía no tendría ninguna validez. Lo que la hace especial es que sucedió así. Tal y como la voy a contar.
El ser humano en circunstancias especiales es capaza de hacer cosas increíbles. Hechos que no sabe  explicarse y no sabe como han ocurrido, aunque sea él mismo el protagonista de los actos.
Esto es lo que sucedió, sin adornos y sin esconder nada, pues estoy seguro de que todo tuvo que ver  con lo que paso.

La moneda cayó al suelo. Había salido cruz. Nuestro camino era hacia el sur. Volvimos a repasar si teníamos todo. Caballo, coca, costo, mescas y dinero, estaba todo.
Salimos hacia Murcia y allí recogimos a Elena, luego continuamos hasta Sevilla donde pasamos tres días a tope. Llego el día de volver. Llevábamos cuatro días, sin apenas dormir, comiendo poco y drogándonos mucho. Sólo nos quedaban unos pocos petas para el camino de vuelta. El cansancio cada vez era más fuerte conforme iban pasando los kilómetros. Dejamos a Elena en Murcia cuando empezaba a anochecer. Yo ya no podía con mi alma. Le dije a  mi amigo si podría conducir él. Me dijo que sí, y así lo hizo. Cuando lleguemos a Albacete me despiertas, le dije.
Estaba ya en el pueblo cuando volví a ser consciente. Mi colega me dijo que había intentado despertarme al pasar por Albacete pero no había podido, se tomo un carajillo y siguió hasta Villamalea. Serían la una y media de la madrugada cuando llegamos. Me quedaban cuatro horas y media para entrar a trabajar y estaba agotado.
- Porfi -- le dije -- me voy a quedar a dormir en el coche hasta las cuatro, por favor, despiértame a esa hora como sea. Tengo que entrar a trabajar y no puedo llegar tarde. Hasta que yo no llego el otro no se puede ir.
Eran las cuatro y media cuando logro despertarme. Llevaba media hora intentándolo sin éxito, y echándome agua lo consiguió. Vi la hora, se me hacia tarde, no podía perder un minuto más. Desde el pueblo de donde estaba "Villamalea" hasta el que yo vivía "Casas De Ves" había treinta kilómetros. Salí con una idea fija.
- No me puedo dormir, tengo que llegar al trabajo a la hora.
El traqueteo del coche me sobresalto. Me estaba saliendo de la calzada. Me había quedado dormido, y no podía parar, tenía que llegar al trabajo. Tome la única curva que hay. Ahora ya estaba en la recta. Otro sobresalto al pisar el arcén, el traqueteo me volvió a avisar de que me salía de la carretera.
- No puedo quedarme dormido, no me puedo dormir, tengo que llegar a mi hora... como sea.
Me iba repitiendo a mí mismo una y otra vez: "Tengo que llegar, no me puedo dormir". Apenas y llevaba cuatro kilómetros, cuando de pronto abrí los ojos, y dije:
- Hostia una curva.
Intenté frenar, pero el coche se me fue y me di con la parte de atrás contra los quita miedos de cemento, ¿dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta allí? Yo estaba en la recta ahora mismo. A lo lejos se veían las luces de un pueblo que al poco tiempo reconocí, estaba en "Alcalá del Júcar". Se me erizó el pelo. Me entro miedo y no quise bajar a ver los daños que me había hecho con el golpe. Comprobé que el coche iba, con ruido, pero iba. Di la vuelta y volví hacia mi pueblo. Yo, antes, estaba en la recta de "Villamalea", y acto seguido, había pasado "Alcalá". No podía entender cómo, quizá me había metido en un túnel del espacio, si es que eso existe.
Me había desviado de mi camino unos diez y ocho kilómetros, y había hecho unos treinta y cinco kilómetros, ocho de ellos de cuestas y curvas que se han tomar en segunda, sin saber como, ni quién había llevado el coche. El sueño había desaparecido, y desde "Alcalá" hasta "Casas De Ves" no paraba de pensar en como había podido pasar. Había hecho treinta y cinco kilómetros sin saber como. Llegue a mi casa y quise pensar que lo había soñado. Pero esa opción quedó descartada cuando vi el parachoques colgando.
En mi consciente está que pasé de decir "no me puedo dormir" a "Hostia una curva", que había recorrido treinta y cinco kilómetros sin saber como. Que el punto donde me encontraba no entraba en la ruta que debía seguir.
No sé quién me llevo, si fue un marciano o un ángel, o si fue el inconsciente o el subconsciente. Algo actuó dentro de mí, o fuera de mí, para evitar que tuviera un accidente y que pudiera hacer lo que hice.
La única forma lógica que encuentro para decir lo que paso es: anoche atravesé una puerta del espacio, entre a cuatro kilómetros de Villamalea, y salí a tres kilómetros de Alcalá del Júcar. Recorrí  treinta y cinco kilómetros en apenas un abrir y cerrar de ojos. Claro, suponiendo que estás puertas existan.

Saca las conclusiones tú mismo. Interprétalo como quieras, pero no dudes, de que así sucedió.

Post-data:
Pude llegar al trabajo a tiempo.


Toni Carrión
Dedicado a José, Txontas, Migue, Nelo y a todos los amigos de "El Asesino"

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