sábado, 15 de enero de 2011

El Camino en el Viento · II

El camino en el viento . II

¿Quién lleva la palabra?  El viento. Respondió.
¿Quién lleva la palabra?  El éter. Respondió.
¿Quién lleva la palabra?  El poeta. Respondió.


El Iniciado sabe que es más importante el receptor de la palabra que la palabra misma. Y sabe que esta debe ponerse a disposición del emisor para llegar al receptor.
La mañana,  preñada de hombres en paro, iba avanzando hacia el parto, de miserias y angustias. Estaba hinchada, llorando, por no poder parir. Hacia falta un empujón más. Aquellos hombres no querían salir de su nido, estable, cómodo y seguro.
Eran ya mucho los hombres y mujeres que se agolpaban  en las puertas de aquel nacimiento sin gloria.
Con un fuerte grito,  la mañana empezó a soltar sus retoños. Hombres y mujeres sin futuro. Condenados  al silencio de los indigentes. Condenados a no soñar. Condenados a mendigar trabajo de empresa en empresa. “Por favor señor, tengo dos hijas,  soy trabajador y buena persona”.
“Está bien, está bien, deje ahí el curriculúm”. Dijo el encargado sin dejar de leer la prensa.
¿Cuánto curri-leches había dejado ya? Cuántos jefes lo habían ignorando. Había empresas que colgaban en su puerta de acceso,  “no se admiten más curri-leches”.
Tónian pasó junto a Manuel. Vio como secaba las lágrimas. Oyó como gemía. Sintió como Manuel se esforzaba para poder respirar. Volvió sus pasos, hasta llegar junto a aquel ser humano.
-         Hola, ¿te puedo ayudar?
El Iniciado sabe que todos los hombres y mujeres están solos. Sabe que el camino que cada persona anda en el viento es único. Sabe que nada puede hacer. También  sabe que puede escuchar y hacer que el que habla se escuche asimismo. Sabe que sólo el amor  engendra melodía. Y desde lo más profundo de sí mismo sabe que no puede ignorar a los seres que sufren.
Manuel empezó a hablar. Le contó su vida laboral.  Diez años en una gran empresa. Doce años de taxista. El resto trabajos de todo tipo: camarero, pintor de brocha gorda, encuestador, vendimiador, cortador de naranjas, etc. Unos con contrato, otros sin él. Ahora le habían despedido por viejo, por tener marcados en su cara los sufrimientos de cincuenta y dos años de vida.
Empezó a hablar de sus dos cachitos de cielo, sus queridas  hijas.
Al hablar de ellas,  las lágrimas volvían a sus ojos. ¿Qué les iba a dar ahora? Cuantas cosas que no tenían. Les estaba fallando,  él debía haber hecho esto y no lo otro. Debía haber sabido.  Muchas veces había tomado la decisión incorrecta y ahora estaba desbordado, ya no sabía que hacer.
Tónian dejó que el silencio llenará el corazón de Manuel cuando callo. Tomó su mano y le pidió que le contara alguna cosa especial de su vida, algo bueno. Seguro que había algo bueno.  Sí, dijo:
-         Ha habido cosas muy buenas, una vez…    En otra ocasión…    Otro día…  
Fue relatando acontecimientos  felices. La cara se le iba alegrando.
-         ¡Ah!  Había olvidado aquella vez que…!  Y aquella otra ja, ja, ja, mira yo iba, y entonces…
Volvió a terminar de hablar. Hubo un silencio de ángeles pasando.  Manuel mirando  a los ojos de Tónian, le dijo:
-         Me había olvidado de que no todo ha sido malo. Al oírme me doy cuenta de lo que he sido capaz de hacer. Me doy cuenta de que los únicos que no luchan son los muertos.
Tónian le habló de que los indios Lakotas de América del Norte tenían por costumbre llevar un saquito de piel. Donde guardaban  cositas pequeñas como recuerdo de grandes acciones. Cuando se sentían hundidos abría el saquito y las sacaban. Al ver los objetos, éstos, les transportaban a lo sucedido, activando el recuerdo de sus grandes hechos. Recordándoles, que habían podido hacer lo que en apariencia  no se puede realizar.
El ánimo y la seguridad fueron llenando el pecho de Manuel.
Tónian dejo que los ángeles del silencio volvieran a pasar. Miró a los ojos de Manuel. Éstos brillaban como el día cuando empieza a amanecer.  Le volvió a coger de la mano y le dijo:
-         ¿Qué le dirías a tu amigo más querido si pasará por donde tú pasas?
Manuel dijo:
-         Le diría que luchara contra esta injusta sociedad, que se organizará,  que buscara personas en su misma circunstancia. Le diría que contara conmigo. Que no se rindiera.
Al oír esto, Tónian supo que Manuel había llegado al punto donde los hombres tienen una cognición y necesitan estar solos.
Para ausentarse, se distrajo con el vuelo de una mosca que iba de acá para allá como si encontrara paredes invisibles. La cara de Manuel había cambiado por completo. Se dio cuenta de que lo que aconsejaba a su querido amigo era el mejor consejo para él. Tónian seguía observando el vuelo de la mosca. El ciclo había terminado.
Manuel miró a Tónian. Tónian  miró a Manuel. Ambos se reconocieron hermanos en el universo.
-         Estoy contigo en tu lucha aunque no veas mi presencia.
Lo sé dijo Manuel, que continuó diciendo:
-         Tú llévate mi buena voluntad , es lo poco que tengo.
El Iniciado sabe que el conocimiento despierta automáticamente la compasión. De forma espontanea. No la compasión desde el superior al inferior. Sino la compasión entre iguales.
El Iniciado sabe que así es, y así se cumple.


Toni Carrión

El Camino en el Viento · I

El Camino en el Viento I

El Iniciado termino de preparar el escenario. Encendió la última vela. Miro a su alrededor y pensó:
-      -    ¿Todo esto para qué? Yo sé quién soy.
Apago las velas y salió del salón oscuro y cerrado. Sus pasos errantes le llevaron hasta el parque donde se sentó delante de una flor.
Pasó el tiempo con barbas muy larga. Con ojos muy profundos. Se le puso delante. Dio vueltas a su alrededor haciéndole muecas. Le decía una y otra vez:
-         - “Mírame, mírame, soy el tiempo y estoy pasando”.
El Iniciado ni lo veía, ni lo oía, ni lo sentía. Estaba absorto mirando la flor.
Tiempo insistió y consiguió que le prestara atención. El  lo miro, y en silencio, como se le habla al tiempo, le dijo:
-         “Yo sé que tú eres muy importante en la vida de las personas que están identificadas con sus cuerpos. Pero yo soy un iniciado. Sé quién soy y el saber me libera de ti.
Sin una palabra más, volvió a mirar la flor. En ella veía a las personas que amaba y a las que le habían dado amor. Veía lo hermoso de la vida. A veces le salían lágrimas. A veces sonreía.
En silencio como se oye hablar a las flores, escuchó:
-     - Soy la flor que un día, dio Buda a un seguidor suyo mientras decía a la multitud congregada para oírle. “Todo lo que se puede contar ya lo he dicho a todos. Lo que no se puede decir lo depósito en esta flor y se la doy a él”. Después de mil años aparecí en la China, después de otros tantos estoy aquí. Estoy aquí para ti y para todos los que me quieran ver y oír de corazón.
Empezó a contarle lo que no se puede decir y El Iniciado escuchaba en el más profundo silencio. La maravillosa flor termino de hablar. Él empezó a dibujar una sonrisa que acabo siendo una carcajada. La luminosidad salía de su risa. Con que placer se reía.
Termino de reír y siguió escuchando:
-        - “Entre las flores te llamamos Tonian. Que quiere decir ‹‹ Él que quiere saber ››”.
Tonian. Me gusta. Así, a partir de hoy, me haré llamar. La Flor calló. De nuevo empezó a ver a los seres que amaba y a los que le amaban. Veía y sentía lo más hermoso de la vida.
Con ternura trasplantó la flor a su pecho y girando sobre sí mismo se despidió del parque.

En el salón, el escenario seguía tal y como lo había dejado. Preparado para comenzar un ritual de magia negra. Velas, símbolos, figuras geométricas pintadas en el suelo. Abrió las ventanas.  El aire renovó al aire. La luz se adueño del espacio.  Guardo cada vela. Borró cada figura dibujada. Recogió los símbolos. Mientras esto hacía a todos les decía:
§  “Mi intención era utilizaros para satisfacer mis deseos de venganza. Quería usaros para dañar. Os pido que me disculpéis. No volverá a pasar”.
Así, las velas, los símbolos y los trazos pasaron de ser partes de una armadura a ser sencillos y bonitos objetos de decoración.
La luz se transformó en rayos de colores. Unos rebotaban de un lado al otro. Otros atravesaban las paredes, el suelo y el techo. Todos los colores estaban allí. Los que vemos y los que no podemos ver. Era una fiesta, tan grande, que ningún color se la quiso perder.
Hay personas que creen que debe devolverse una agresión con otra agresión. El Iniciado sabe que sólo debe devolverse amor. Sabe que hay conocimiento que solo por saberlo implican obrar en consecuencia de lo que se sabe. Sabe que cuando no se hace así, las consecuencias para el que conoce no son iguales que para el que ignora. Son peores.
El Iniciado sabe que así es, y así se cumple.

Toni Carrión

miércoles, 5 de enero de 2011

Por un tiempo mejor


Por un tiempo mejor.

Quieren que volvamos a  la edad media. Yo acuso a estos facinerosos, secretarios, presidentes, enlaces sindicales, sindicatos y lideres políticos. ¿Os pensáis que somos idiotas? Sólo miráis vuestros intereses personales a costa de lo que haga falta. Como os atrevéis a decir que los obreros, los que cobran pensiones mínimas y los parados tienen que apretarse más el cinturón. ¿Sabéis lo que es vivir con 426 euros al mes y en muchos casos nada?  ¿Sabéis que hay que hacer para vivir sin nada? Hay que dejar de comer.
El Fondo Monetario Internacional, recomienda. O sea, los padrinos mandan y los esbirros obedecen. Sólo nos va a quedar irnos al monte y ni aún eso.
No creáis  que no os tengo miedo, porque si lo tengo. Sé que sois asesinos implacables y despiadados, por cometer el crimen estando ausentes.  Destrozáis millones de persona por obtener más dinero, más poder. Si os tengo miedo, pero he dejado de ser un cobarde. Me habéis quitado tanto. Nos quitáis tanto todos los días. Que sólo por dignidad, por amor a la vida digo: ¡Basta!
Estáis consiguiendo que los compañeros de trabajo se vean como enemigos. Las relaciones humanas cada vez son más animales.
Mi madre decía: “Tanto tienes, tanto vales”.  Yo le contestaba: “Mamá, a los hombres debería medírseles por sus actos, no por lo que poseen”. Ella me miraba con su amor infinito y decía: “Dios quiera que algún día sea así y que tu lo veas”.
Que más tiene que sucedernos para ponernos en marcha. Si el tiempo pasa y pasa perderemos la fuerza, la ilusión y la esperanza.

Toni Carrión

La Puerta

La Puerta



Esta historia si fuera fantasía no tendría ninguna validez. Lo que la hace especial es que sucedió así. Tal y como la voy a contar.
El ser humano en circunstancias especiales es capaza de hacer cosas increíbles. Hechos que no sabe  explicarse y no sabe como han ocurrido, aunque sea él mismo el protagonista de los actos.
Esto es lo que sucedió, sin adornos y sin esconder nada, pues estoy seguro de que todo tuvo que ver  con lo que paso.

La moneda cayó al suelo. Había salido cruz. Nuestro camino era hacia el sur. Volvimos a repasar si teníamos todo. Caballo, coca, costo, mescas y dinero, estaba todo.
Salimos hacia Murcia y allí recogimos a Elena, luego continuamos hasta Sevilla donde pasamos tres días a tope. Llego el día de volver. Llevábamos cuatro días, sin apenas dormir, comiendo poco y drogándonos mucho. Sólo nos quedaban unos pocos petas para el camino de vuelta. El cansancio cada vez era más fuerte conforme iban pasando los kilómetros. Dejamos a Elena en Murcia cuando empezaba a anochecer. Yo ya no podía con mi alma. Le dije a  mi amigo si podría conducir él. Me dijo que sí, y así lo hizo. Cuando lleguemos a Albacete me despiertas, le dije.
Estaba ya en el pueblo cuando volví a ser consciente. Mi colega me dijo que había intentado despertarme al pasar por Albacete pero no había podido, se tomo un carajillo y siguió hasta Villamalea. Serían la una y media de la madrugada cuando llegamos. Me quedaban cuatro horas y media para entrar a trabajar y estaba agotado.
- Porfi -- le dije -- me voy a quedar a dormir en el coche hasta las cuatro, por favor, despiértame a esa hora como sea. Tengo que entrar a trabajar y no puedo llegar tarde. Hasta que yo no llego el otro no se puede ir.
Eran las cuatro y media cuando logro despertarme. Llevaba media hora intentándolo sin éxito, y echándome agua lo consiguió. Vi la hora, se me hacia tarde, no podía perder un minuto más. Desde el pueblo de donde estaba "Villamalea" hasta el que yo vivía "Casas De Ves" había treinta kilómetros. Salí con una idea fija.
- No me puedo dormir, tengo que llegar al trabajo a la hora.
El traqueteo del coche me sobresalto. Me estaba saliendo de la calzada. Me había quedado dormido, y no podía parar, tenía que llegar al trabajo. Tome la única curva que hay. Ahora ya estaba en la recta. Otro sobresalto al pisar el arcén, el traqueteo me volvió a avisar de que me salía de la carretera.
- No puedo quedarme dormido, no me puedo dormir, tengo que llegar a mi hora... como sea.
Me iba repitiendo a mí mismo una y otra vez: "Tengo que llegar, no me puedo dormir". Apenas y llevaba cuatro kilómetros, cuando de pronto abrí los ojos, y dije:
- Hostia una curva.
Intenté frenar, pero el coche se me fue y me di con la parte de atrás contra los quita miedos de cemento, ¿dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta allí? Yo estaba en la recta ahora mismo. A lo lejos se veían las luces de un pueblo que al poco tiempo reconocí, estaba en "Alcalá del Júcar". Se me erizó el pelo. Me entro miedo y no quise bajar a ver los daños que me había hecho con el golpe. Comprobé que el coche iba, con ruido, pero iba. Di la vuelta y volví hacia mi pueblo. Yo, antes, estaba en la recta de "Villamalea", y acto seguido, había pasado "Alcalá". No podía entender cómo, quizá me había metido en un túnel del espacio, si es que eso existe.
Me había desviado de mi camino unos diez y ocho kilómetros, y había hecho unos treinta y cinco kilómetros, ocho de ellos de cuestas y curvas que se han tomar en segunda, sin saber como, ni quién había llevado el coche. El sueño había desaparecido, y desde "Alcalá" hasta "Casas De Ves" no paraba de pensar en como había podido pasar. Había hecho treinta y cinco kilómetros sin saber como. Llegue a mi casa y quise pensar que lo había soñado. Pero esa opción quedó descartada cuando vi el parachoques colgando.
En mi consciente está que pasé de decir "no me puedo dormir" a "Hostia una curva", que había recorrido treinta y cinco kilómetros sin saber como. Que el punto donde me encontraba no entraba en la ruta que debía seguir.
No sé quién me llevo, si fue un marciano o un ángel, o si fue el inconsciente o el subconsciente. Algo actuó dentro de mí, o fuera de mí, para evitar que tuviera un accidente y que pudiera hacer lo que hice.
La única forma lógica que encuentro para decir lo que paso es: anoche atravesé una puerta del espacio, entre a cuatro kilómetros de Villamalea, y salí a tres kilómetros de Alcalá del Júcar. Recorrí  treinta y cinco kilómetros en apenas un abrir y cerrar de ojos. Claro, suponiendo que estás puertas existan.

Saca las conclusiones tú mismo. Interprétalo como quieras, pero no dudes, de que así sucedió.

Post-data:
Pude llegar al trabajo a tiempo.


Toni Carrión
Dedicado a José, Txontas, Migue, Nelo y a todos los amigos de "El Asesino"